Manuales y monografías impresas destacan en el préstamo bibliotecario de la ULE
Una investigación bibliotecológica de los profesores Blanca Rodríguez Bravo y Francisco Rodríguez Sedano analiza el uso de las colecciones de la Biblioteca Universitaria, donde la ratio de préstamo/estudiante es de seis a ocho préstamos por curso.
Indagar sobre los principales usuarios de la colección bibliotecaria de la ULE y averiguar qué tipos de documentos son los más prestados, han sido las bases principales de estudio de la investigación ‘La circulación de libros en la Biblioteca de la Universidad de León’ realizada por los investigadores Blanca Rodríguez Bravo y Francisco Rodríguez Sedano. Los resultados y conclusiones de este trabajo acaban de ser publicados en la revista científica ‘Investigación Bibliotecológica: archivonomía, bibliotecología e información’ de acceso abierto.
Se trata de un trabajo enmarcado dentro de los estudios de uso de las colecciones bibliotecarias, y el objetivo del estudio ha sido “conocer el préstamo de los libros –manuales y monografías- en las bibliotecas de la ULE en un momento de auge de la colección electrónica”, explica la investigadora Blanca Rodríguez Bravo quien entiende que es una tarea “imprescindible para rendir cuentas ante los administrados demostrando que los presupuestos bibliotecarios se gastan con responsabilidad”.
Los estudios de circulación de colecciones de libros en bibliotecas ponen de manifiesto que a medida que las bibliotecas universitarias incrementan su inversión en la adquisición de recursos electrónicos, se reduce la colección impresa y también su circulación, entendido como préstamo.
En la ULE se constata esta circunstancia respecto a la inversión en las colecciones. “El gasto en recursos electrónicos se ha ido incrementando a expensas del gasto en libros y en revistas en formato papel”, matizan los autores de este artículo. En diversos estudios anteriores se ha indagado en el uso de la colección electrónica contratada que se ha confirmado prioritaria para la investigación del PDI, principalmente las revistas contratadas por medio de paquetes a los grandes monopolios editoriales como Emerald, Elsevier, Springer y Wiley entre otros. Sin embargo, otros estudios anteriores habían hallado también que “los libros en formato papel desempeñan todavía su papel en el aprendizaje porque son el material más recomendado por los profesores en las guías docentes de sus asignaturas y, por tanto, de uso preferente de los estudiantes que constituyen el grupo más numeroso de la comunidad académica universitaria”.
En este artículo buscaban conocer si este uso intuido de la colección libraria en papel se confirmaba cuando analizaran su movimiento a través del préstamo domiciliar. Para realizar este estudio se obtuvieron los ficheros de circulación mensuales que proporcionaba el Sistema Integrado de Gestión Bibliotecaria Innopac Millenium desde el curso 2011-2012 hasta el 2015-2016.
Los resultados obtenidos por Rodríguez Bravo y Rodríguez Sedano concretan que la colección está todavía conformada por libros impresos que constituyen el 89% de la colección. “Sin embargo, en los años cubiertos por el estudio la inversión en la colección de libros ha experimentado un fuerte descenso, en parte por la crisis económica experimentada y en parte por la priorización de la inversión en la colección electrónica principalmente de revistas”.
Respecto a la circulación de la colección, el movimiento principal en términos globales es efectuado por los estudiantes, con unas ratios de préstamos/estudiante reducidas ya que “oscilan entre algo menos de siete y algo más de ocho préstamos por curso”, un dato que confronta con lo recogido hace una década por Gómez Yañez en las bibliotecas de instituciones de educación superior donde el préstamo era de 9,7.
Atendiendo a los préstamos diferenciados por tipo de material, el predominio absoluto corresponde a los manuales y las monografías, “con un uso de manuales y de la bibliografía recomendada más elevado entre los estudiantes y una preferencia por la utilización de monografías entre los docentes”, aseguran al tiempo que matizan que la circulación de libros es más intensa en las facultades de Ciencias Sociales y de Humanidades, mientras que el préstamo de manuales es intenso en la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales. Rodríguez Bravo determina que los usuarios que más documentos llevan en préstamo son los profesores, un hecho que contrasta con la actividad de los estudiantes “que no utilizan de manera muy activa la bibliografía recomendada pese a las directrices del Plan Bolonia que impulsa la evaluación continua y con ella la realización de lecturas, elaboración de trabajos, etc...”.
Pese a todo la colección de e-books se ha ido consolidando en los últimos años y en palabras de ambos investigadores se presentan ya como “complemento de los libros impresos y precisamente sobre esa utilización habrá que indagar en próximas investigaciones”.
(Fotografías de archivo de la Biblioteca Central San Isidoro cuyas estanterías están hoy inhabilitadas para su consulta debido a la situación sanitaria actual)